viernes, 1 de agosto de 2008

Poste 8

Poste 8, ese era nuestro punto de referencia, a partir de ahí nos movíamos, hacia él íbamos y de él partíamos. Ir al poste 8 para mí era sinónimo de aventura, sinónimo de exploración, sinónimo.
De búsqueda, indagación, sin saber quizás que hacíamos un mal.
Se erguía o irgue, no lo se, solo. Sus únicos acompañantes allí eran a algunos otros metros sus compañeros 7 y 9, pero parecía que mucha relación no tenía, y es la distancia, supongo yo. Además él era el importante para nosotros, no se diferenciaba en nada con los demás, solo en su plaquita de aluminio plateada en la cual denotaba su nombre, 8.
La última vez que recuerdo haberlo visto, fue cuando Areya era pequeña, solo tenía una par de meses, y ahora ya tiene 8 años. Quizás el polvo que levantaron los vehículos ese día al marcharse, no me lo dejaron ver más, porque nunca volví otra vez al poste 8.

2 comentarios:

efeope dijo...

hoy hablar de poste 8 es prueba encontra de nosotros...

¬argentino dijo...

...una prueba de inocencia.

Buenos tiempos, buenas tierras.